El TDAH desde mi punto de vista personal

Soy madre de un niño con TDAH. Soy madre de familia numerosa, por partida doble como me dijo una vez el neurólogo, pues un niño con TDAH ya solo equivale a familia numerosa.

He leído cosas como que «criar un niño ya es una maratón por lo que criar un niño con TDAH es como un ironman«, no crítico esas palabras, todo lo contrario: las suscribo y comparto. Para mí son totalmente ciertas y nadie debería criticarlas sin haberse puesto en la piel de unos padres de un niño con TDAH. Toda persona que conviva a diario con un TDAH (padre, madre, docente, abuelos, tíos, cuidadores) sabe perfectamente a qué nos referimos.

Un niño con TDAH no es solo un niño movido, es un niño intenso, muy muy intenso, un torrente de emociones límites las veinticuatro horas del día. Vivir con un niño con TDAH es una noria: la hiperactividad hace que no pare ni un segundo podría dar triple voltereta lateral cuando se levanta de la cama, y durante todo el día va arrasando con todo y con todos sin ser consciente de ello, cada cosa es un drama gigante o una alegría inmensa, emociones al límite; la impulsividad hace que sus reacciones sean excesivamente exageradas, que moleste a los demás sin darse cuenta, que proteste continuamente porque necesita algo y lo necesita YA, sin ser capaz siquiera de esperar tu respuesta; y el déficit de atención provoca que una simple orden (ponte el calcetín) pueda ser repetida durante 15 minutos sin éxito alguno, «es como hablar con una pared, lo que le dices traspasa su barrera del sonido sin inmutarlo»- palabras de su profesor.

Son ejemplos simples pero trasladados a la lucha diaria suponen un esfuerzo tremendo para los padres, y no olvidemos, también para cualquier educador fuera del ámbito familiar. Y desquicia y mucho.

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“El que juzgue mi camino le presto mis zapatos” refrán popular

Pero en mi caso un niño TDAH es también un niño adorable, inteligente, sensible, empático y cariñoso. Que cuando te dice que te quiere lo dice con el alma, que cuando ve sufrir a otros es el primero que acude a su auxilio, que necesita sentirse querido porque son muchos los reproches diarios que recibe, que necesita nuestro apoyo continuo, que olvida fácilmente, que no es nada rencoroso aunque estemos “machacándole” continuamente con lo que tiene que hacer, que sabe perdonar y pedir perdón. Y que al final, los niños son niños y cuando un niño con TDAH crece, él mismo empieza a darse cuenta que algo pasa, que ese «relámpago azul» no puede controlarlo y que le gustaría poder hacerlo. Por eso es muy importante para mí conocer a mi hijo y acompañarle en ese camino para que pueda lograr algo tan simple como SER FELIZ. No quiero conseguir que sea médico, ingeniero, ni abogado, me da igual si al final no es capaz de completar sus estudios, solo quiero que se sienta querido, reforzar su autoestima y que al final encuentre su camino, ese que le haga ser él y ser feliz.

Y no escribo sobre el TDAH porque sea mejor madre que otras, todo lo contrario, sé que lo hago mal, muchas veces, demasiadas, pero seguiré intentado mejorar por y para él. Escribir sobre ello me ayuda como espero que poder compartirlo ayude a otras madres, y sobretodo me ayuda obligarme a estar informada continuamente sobre el TDAH para no olvidar que mi hijo ve la vida desde su propio prisma.

Por eso es fundamental que sepamos TODOS que es el TDAH, porque nuestro hijo, alumno, nieto, sobrino, no lo hace adrede es así y no puede evitarlo.

Por eso necesitamos paciencia MUCHA, pero para ello es fundamental saber qué pasa por su cabeza, conocerlo, porque es muy fácil olvidar que «no lo hace adrede» (es un mantra que quizá tenga incluso que tatuarme). Parece fácil pero no lo es; yo personalmente he salido de una charla de apoyo a padres con TDAH totalmente motivada y decidida a aplicar todas las enseñanzas y reconozco que a la media hora de llegar a casa ya he perdido todo mi autocontrol.

En definitiva, esta web sin ningún ánimo de lucro nace de una necesidad básica de aquellas personas que convivimos día a día con un TDAH de darle visibilidad, de estar continuamente leyendo sobre la materia para «no perder el norte», y de permitir también que podamos expresarnos y opinar sobre los temas de actualidad que directamente nos afectan.